DOI: https://doi.org/10.71112/qvhxmf19
2121 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
conocimientos técnicos (torneado, ensamblaje, herramientas), creatividad estética (decoración
y diseño) e historia cultural (relatos del juego en la comunidad). Esta integración convierte al
trompo en un recurso educativo que permite a los estudiantes comprender que los saberes
tradicionales son también conocimientos válidos, rigurosos y cargados de significado (Freire,
2005; Toledo & Barrera-Bassols, 2008).
El trompo también tiene un alto impacto en el desarrollo de competencias
socioemocionales, un eje fundamental en los planes curriculares de la EMS. La práctica del
juego fortalece la tolerancia a la frustración, la regulación emocional, la constancia ante el error,
la empatía, la cooperación y la toma de decisiones colectivas. El círculo de juego se convierte
en un espacio pedagógico donde los estudiantes aprenden a convivir, dialogar y resolver
conflictos mediante acuerdos, lo cual coincide con la visión humanista y comunitaria de la
Nueva Escuela Mexicana (SEP, 2019).
Desde una perspectiva intercultural, el trompo promueve la autoestima cultural y el
reconocimiento del territorio como fuente de conocimiento. Los estudiantes se ven reflejados en
una práctica que forma parte de su identidad nahua, lo que contribuye a fortalecer su sentido
de pertenencia y su agencia cultural. En este sentido, el trompo funciona como una herramienta
de resistencia ante procesos de homogenización cultural y como un recurso para la
construcción de ciudadanía desde la diversidad (UNESCO, 2003; Arizpe, 2015).
Además, el uso pedagógico del trompo permite articular escuela, familia y comunidad,
recuperando la figura del artesano y del jugador experto como agentes educativos. Este
enfoque dialoga con el aprendizaje situado y con la noción de comunidad de práctica (Lave &
Wenger, 1991), donde los estudiantes aprenden mediante participación activa, observación y
acompañamiento de miembros con mayor experiencia. Integrar talleres intergeneracionales,
ferias del trompo, proyectos de investigación escolar y actividades de observación etnográfica
fortalecería el vínculo entre la EMS y el patrimonio cultural local.