Forma Descripción generada automáticamente
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Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias
Volumen 2, Número 4, 2025, octubre-diciembre
DOI: https://doi.org/10.71112/qvhxmf19
EL TROMPO COMO PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL: IDENTIDAD Y
TRANSMISIÓN EN LA COMUNIDAD NAHUA DE TIERRAS BLANCAS, JALISCO
THE SPINNING TOP AS INTANGIBLE CULTURAL HERITAGE: IDENTITY AND
TRANSMISSION IN THE NAHUA COMMUNITY OF TIERRAS BLANCAS, JALISCO
Ernesto Justo Cobián
México
DOI: https://doi.org/10.71112/qvhxmf19
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El trompo como patrimonio cultural inmaterial: Identidad y transmisión en la
comunidad nahua de Tierras Blancas, Jalisco
The spinning top as intangible cultural heritage: Identity and transmission in the
nahua community of Tierras Blancas, Jalisco
Ernesto Justo Cobián
ernesto.justo6281@academicos.udg.mx o
Justonetc@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-4661-1195
Universidad de Guadalajara
México
RESUMEN
El artículo analiza el juego del trompo como patrimonio cultural inmaterial en la comunidad
nahua de Tierras Blancas, Jalisco, México, donde constituye una práctica viva que articula
saberes artesanales, memoria territorial e identidad cultural. Se demuestra que el trompo no es
solo un juego, sino un dispositivo formativo que integra competencias motrices, cognitivas y
socioemocionales, además de fortalecer la convivencia comunitaria y la transmisión
intergeneracional. Frente al avance del entretenimiento digital, la pérdida de portadores y la
estandarización industrial del juguete, esta tradición enfrenta riesgos que amenazan su
continuidad. El estudio sostiene que incorporar el trompo en la Educación Media Superior
favorecería aprendizajes significativos, arraigo cultural y salvaguardia activa del patrimonio. Se
propone una postura pedagógica crítica que reconoce el valor educativo del territorio y los
saberes comunitarios como base para la formación juvenil en Ayotitlán.
DOI: https://doi.org/10.71112/qvhxmf19
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Palabras clave: Trompo; Patrimonio cultural inmaterial; Identidad nahua; Territorio-Cuerpo-
Memoria; Educación media superior.
ABSTRACT
This article analyzes the spinning top game as intangible cultural heritage in the Nahua
community of Tierras Blancas, Jalisco, México, where it constitutes a living practice that
articulates artisanal knowledge, territorial memory, and cultural identity. It demonstrates that the
spinning top is not just a game, but a formative tool that integrates motor, cognitive, and socio-
emotional skills, in addition to strengthening community life and intergenerational transmission.
Faced with the advance of digital entertainment, the loss of practitioners, and the industrial
standardization of the toy, this tradition faces risks that threaten its continuity. The study argues
that incorporating the spinning top into upper secondary education would foster meaningful
learning, cultural rootedness, and the active safeguarding of heritage. A critical pedagogical
approach is proposed that recognizes the educational value of the territory and community
knowledge as a foundation for youth development in Ayotitlán.El resumen debe tener de
100MIN - 150MAX palabras.
Keywords: Spinning top; Intangible cultural heritage; Nahua identity; Territory-Body-Memory;
Upper secondary education.
Recibido: 30 de noviembre 2025 | Aceptado: 25 de diciembre 2025 | Publicado: 26 de diciembre 2025
DOI: https://doi.org/10.71112/qvhxmf19
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INTRODUCCIÓN
El juego del trompo, lejos de ser un pasatiempo infantil del pasado, constituye hoy una
manifestación viva de la identidad nahua en Tierras Blancas - Ayotitlán. En esta comunidad,
cada trompo de madera tallado con técnicas heredadas y puesto en movimiento por manos
jóvenes condensa una historia cultural que articula territorio, cuerpo y memoria. Sin embargo,
en un contexto atravesado por la globalización lúdica, el desplazamiento del juego tradicional
por dispositivos digitales y la disminución de portadores del saber artesanal, su continuidad se
ve amenazada. Esta situación obliga a replantear el papel de la educación como agente de
salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial y como espacio legítimo para revitalizar los
saberes comunitarios.
Desde esta postura crítica, sostengo que el trompo debe ser comprendido no solo como
objeto lúdico, sino como recurso pedagógico, dispositivo identitario y símbolo de resistencia
cultural. Su presencia en patios, calles y recreos escolares documentada en observaciones
comunitarias y etnográficas revela que el aprendizaje surge de la interacción, la creatividad y
la convivencia, elementos que coinciden con la matriz TerritorioCuerpoMemoria según Parra
y Gutiérrez (2018) y con el enfoque sociocultural del aprendizaje (Toledo & Barrera-Bassols,
2008; Vygotsky, 1979). Incorporarlo de manera sistemática en la Educación Media Superior no
sería un gesto folklorizante ni decorativo, sino una acción política y educativa orientada a
fortalecer el arraigo territorial, la autoestima cultural y la transmisión intergeneracional de
saberes (Freire, 2005; SEP, 2019).
En un mundo donde los jóvenes se alejan cada vez más de prácticas que conectan
cuerpo, comunidad y territorio, el trompo ofrece una alternativa formativa que combina
motricidad significativa, pensamiento técnico, convivencia ciudadana y memoria colectiva.
Como advierten estudios sobre patrimonio cultural inmaterial, la pérdida de estas prácticas
implica también la erosión de valores, narrativas y vínculos que sostienen la cohesión
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comunitaria (Arizpe, 2015; UNESCO, 2003). Por ello, defender el trompo desde la escuela es
también defender la posibilidad de que los jóvenes reconozcan su propia historia como fuente
de conocimiento y de futuro.
METODOLOGÍA
El presente artículo de opinión se fundamenta en un enfoque metodológico cualitativo
de carácter etnográfico-reflexivo, orientado a comprender el juego del trompo como práctica
cultural viva dentro de la comunidad nahua de Tierras Blancas. Aunque su propósito no es
producir una investigación empírica exhaustiva, sí se apoya en evidencia situada fichas
comunitarias, sistematizaciones previas y observaciones en contextos familiares y escolares
que permiten analizar críticamente las implicaciones pedagógicas, identitarias y socioculturales
del trompo en la Educación Media Superior.
En primer lugar, se retoma el cuerpo documental comunitario previamente elaborado,
integrado por fichas técnicas de manifestación del patrimonio, procesos artesanales y
modalidades del juego, las cuales constituyen una fuente primaria que describe los saberes
locales desde la voz de los propios portadores (Justo Cobián, 2021a, 2021b, 2021c). Estas
fuentes permiten identificar cómo la práctica emerge del TerritorioCuerpoMemoria según
Parra y Gutiérrez (2018), tal como plantean Toledo y Barrera-Bassols (2008), y cómo el trompo
opera como un artefacto cultural que se transmite intergeneracionalmente.
De forma complementaria, se integran registros etnográficos derivados de la
observación participante en espacios comunitarios patios domésticos, calles y escuelas
donde el trompo continúa practicándose de manera cotidiana. Tales observaciones, aunque no
constituyen un trabajo de campo sistemático, permiten recuperar gestos, interacciones,
narrativas y modos de aprendizaje que coinciden con el enfoque sociocultural de Vygotsky
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(1979), quien sostiene que el conocimiento se construye mediante mediación, diálogo y
práctica compartida.
Asimismo, se empleó un ejercicio de reflexividad propia del investigador, reconociendo
su pertenencia a la comunidad y su papel como observador-participante. Esta perspectiva,
alineada con la pedagogía crítica de Freire (2005), permite comprender que los saberes no son
objetos neutrales, sino expresiones históricas y políticas que revelan relaciones de poder,
continuidad cultural y formas de resistencia comunitaria.
Finalmente, la metodología incorpora análisis documental complementario sobre
patrimonio cultural inmaterial y educación intercultural (Arizpe, 2015; UNESCO, 2003; SEP,
2019), con el fin de contextualizar el caso del trompo dentro de marcos conceptuales más
amplios. Esta triangulación interpretativa entre saber comunitario, observación situada y
referentes teóricos da sustento a la postura argumentativa del artículo: reconocer el trompo
como un dispositivo educativo relevante para fortalecer la identidad cultural, la convivencia y la
transmisión intergeneracional en la juventud de Ayotitlán.
RESULTADOS
Los resultados interpretados a partir de la revisión documental, las fichas comunitarias,
la observación etnográfica y el análisis reflexivo permiten identificar cuatro dimensiones
centrales en torno al trompo como patrimonio cultural inmaterial y recurso pedagógico
significativo en Tierras Blancas, como el fortalecimiento de la practica en las actividades
estratégicas en la Educación Media Superior en Modulo Ayotitlan.
1. Continuidad y profundidad de los saberes artesanales
Los resultados muestran que la elaboración del trompo en Tierras Blancas constituye un
saber artesanal profundamente enraizado en la matriz TerritorioCuerpoMemoria según Parra
y Gutiérrez (2018), transmitido principalmente a través de relaciones familiares
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intergeneracionales. La selección de maderas locales guayabo, capulín o guásima no
responde únicamente a criterios técnicos, sino a una comprensión ecológica del territorio,
donde cada especie es valorada por su resistencia, densidad, sonoridad y durabilidad,
aspectos que los artesanos conocen por experiencia acumulada a lo largo de décadas (Justo
Cobián, 2021b). Estos criterios coinciden con lo planteado por Toledo y Barrera-Bassols (2008)
respecto a la memoria biocultural, según la cual los pueblos originarios desarrollan una relación
íntima entre biodiversidad, prácticas técnicas y significados culturales.
El proceso artesanal documentado en las fichas comunitarias corte del bloque de
madera, torneado manual, afinado de la forma cónica, colocación y afilado de la púa, lijado y
pulido final representa una cadena de saberes que requiere precisión, paciencia y dominio
corporal. El artesano no solo fabrica un objeto: inscribe en él su propia historia y la de su
comunidad, lo que convierte al trompo en un dispositivo de identidad material. Este proceso
confirma que la técnica es, al mismo tiempo, una forma de conocimiento y una expresión
cultural (Broda, 2003; Giménez, 2011).
Asimismo, se observó que la transmisión del oficio se realiza bajo una pedagogía
comunitaria basada en la imitación, el acompañamiento y la evaluación práctica: el abuelo
muestra cómo sostener la gubia, el padre corrige el ángulo de corte o la inclinación de la púa, y
el joven aprende mediante ensayo y error hasta dominar la forma deseada. Este tipo de
aprendizaje encarna la noción de Zona de Desarrollo Próximo propuesta por Vygotsky (1979),
en la que el conocimiento se construye mediante interacción social con otros más
experimentados. Por ello, la fabricación del trompo se revela no solo como técnica, sino como
acto afectivo, pedagógico y comunitario.
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2110 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
Figura 1
Sin embargo, el análisis revela también un proceso acelerado de vulnerabilidad. La
disminución de artesanos locales, la migración de jóvenes, la escasez de árboles adecuados
debido a presiones agrícolas, y la creciente sustitución del trompo artesanal por modelos
plásticos industrializados amenazan la continuidad de este saber (Arizpe, 2015; UNESCO,
2003). La pérdida de un artesano implica la pérdida de un archivo viviente: desaparecen
técnicas, estilos, vocabularios y relatos que no han sido formalmente documentados. Esta
situación coincide con el riesgo que enfrentan numerosas prácticas del patrimonio cultural
inmaterial cuando los portadores envejecen sin relevo generacional.
Por ello, la continuidad del saber artesanal del trompo depende de generar espacios
comunitarios y educativos que reactiven su transmisión, integrando talleres
intergeneracionales, mapeo de saberes, acompañamiento a artesanos y prácticas escolares
que conecten la técnica con el territorio y la identidad. Desde esta perspectiva, la elaboración
del trompo no debe verse como un oficio en extinción, sino como un conocimiento estratégico
que fortalece la soberanía cultural y el arraigo territorial de las nuevas generaciones.
Elaboración artesanal del trompo, Tierras Blancas, Jalisco.
Fotografía: Justo Cobián, octubre 2021
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2. Competencias motrices y cognitivas derivadas de la práctica del juego
Los resultados muestran que el trompo constituye un escenario privilegiado para el
desarrollo de competencias motrices, cognitivas y socioemocionales, cuyo valor formativo
resulta especialmente significativo en la adolescencia. La práctica del juego exige un dominio
corporal complejo que articula coordinación, cálculo, ritmo, precisión y anticipación, elementos
que coinciden con enfoques contemporáneos sobre cognición corporizada, según los cuales el
pensamiento emerge de la interacción entre mente, cuerpo y entorno (Varela et al., 1991).
Figura 2
En la observación comunitaria, así como en las fichas técnicas de la práctica, se
identificó que el dominio del trompo implica la ejecución de una secuencia técnica que incluye:
1. Preparación del cuerpo para el lanzamiento, (tensión del cordel, postura, agarre),
2. Proyección del giro en el aire,
3. Contacto y estabilización en el suelo,
4. Recuperación del trompo en la mano,
5. Mantenimiento del equilibrio dinámico, mediante microajustes corporales (Justo
Cobián, 2021c).
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Cada una de estas acciones requiere un procesamiento sensoriomotriz fino, donde los
jugadores calibran fuerza, velocidad y trayectoria, desarrollando un tipo de pensamiento técnico
que se aprende en la práctica, en diálogo con otros jugadores y mediante retroalimentación
inmediata. Esta lógica responde al planteamiento sociocultural de Vygotsky (1979), quien
sostiene que la adquisición de habilidades ocurre en interacción con personas más
experimentadas.
Asimismo, las modalidades tradicionales documentadas teleférico/puente, copita, pico
al aire, rompetrompos constituyen tareas-problema corporales que demandan:
Regulación del equilibrio y orientación espacial,
Toma de decisiones rápidas,
Ajuste continuo de movimientos finos,
Razonamiento sobre trayectorias y puntos de impacto,
Exploración de estrategias propias y colectivas.
En este sentido, la práctica del trompo contribuye al desarrollo del pensamiento
espacial, del razonamiento técnico y de la anticipación motriz, competencias fundamentales
para disciplinas escolares como Física, Matemáticas y Educación Física (SEP, 2019).
De manera paralela, se observaron competencias cognitivas superiores, entre ellas:
Planificación de acciones,
Análisis de errores y autocorrección,
Pensamiento secuencial,
Gestión emocional ante la frustración y el éxito,
Memoria procedimental vinculada a la repetición consciente del movimiento.
Estos elementos coinciden con lo señalado por la UNESCO (2003) respecto a que los
juegos tradicionales no solo preservan identidad cultural, sino que también fortalecen
habilidades cognitivas y sociales esenciales en la formación integral.
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Cabe destacar que la práctica del trompo activa un proceso de aprendizaje situado, en
el cual el conocimiento surge de la experiencia real en contextos culturalmente significativos
(Lave & Wenger, 1991). Dicho aprendizaje visible en patios, calles y recreos escolares
fortalece vínculos intergeneracionales y permite que los jóvenes aprendan observando,
imitando y adaptando técnicas de jugadores expertos. En este proceso, la comunidad opera
como un ecosistema pedagógico donde cada movimiento, cada risa y cada corrección son
actos de transmisión cultural y de estimulación cognitiva (Broda, 2003; Freire, 2005).
En conjunto, los datos interpretados muestran que el trompo es un dispositivo formativo
integral, donde cuerpo y mente trabajan de manera simultánea, fortaleciendo habilidades que la
escuela tradicional suele fragmentar en asignaturas separadas. La riqueza cognitiva y motriz
del juego no solo reafirma su valor cultural, sino que lo posiciona como una herramienta
pedagógica capaz de construir aprendizajes significativos en la Educación Media Superior.
3. Convivencia y cohesión comunitaria fortalecidas por el juego
Los resultados muestran que el trompo no solo es una práctica lúdica, sino un espacio
privilegiado de convivencia, donde se reproducen y actualizan formas de organización social
propias de la comunidad nahua de Tierras Blancas. En el círculo de juego configuración
tradicional en patios, calles y escuelas se genera un microespacio comunitario donde los
participantes negocian reglas, ejercen acuerdos comunes, resuelven conflictos y reconocen
mutuamente sus habilidades y trayectorias. Tal dinámica confirma que el trompo es un vehículo
de socialización que fortalece la cohesión comunitaria y los vínculos intergeneracionales (Justo
Cobián, 2021c).
El acto de jugar implica la puesta en práctica de normas implícitas y explícitas: respeto al turno,
legitimidad de los resultados, justicia en la sanción, reconocimiento del mérito y apoyo entre
pares. Estas reglas, lejos de ser simples convenciones, expresan valores profundamente
arraigados en la cosmovisión nahua, en la cual la circularidad simboliza equilibrio, reciprocidad
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y horizontalidad (Broda, 2003). Así, el círculo de trompo funciona como metáfora y práctica
simultánea de una comunidad que se reconoce igualitaria en la participación y corresponsable
en la convivencia.
Figura 3
Además, la práctica del trompo articula una dimensión afectiva y emocional que
contribuye a la cohesión social. Las risas compartidas, los comentarios humorísticos, el
acompañamiento ante los errores y el reconocimiento del triunfo del otro fortalecen la empatía,
la cooperación y la autoestima colectiva. Estos procesos coinciden con lo que Freire (2005)
denomina pedagogía de la convivencia, donde el aprendizaje ocurre a través del diálogo, el
respeto mutuo y la construcción colectiva de significados. En este sentido, el trompo funciona
como un acto pedagógico que construye ciudadanía cotidiana desde la cultura local.
La observación etnográfica en el archivo anexo señala que las competencias sociales
emergen en situaciones concretas: un jugador experto orienta a un aprendiz; un grupo acuerda
modificar una regla para incluir a niños pequeños; otro grupo decide repetir una ronda ante una
duda colectiva sobre el resultado. Estas prácticas revelan que el trompo opera como una
escuela comunitaria de democracia, donde los jóvenes aprenden a deliberar, a escuchar y a
ejercer agencia en beneficio del colectivo (SEP, 2019).
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Figura 4
Asimismo, el juego activa memorias y narrativas compartidas que fortalecen los vínculos
intergeneracionales. Los abuelos evocan competencias pasadas, los padres transmiten estilos
y estrategias, y los jóvenes reinterpretan la tradición a través de nuevas formas de competencia
o estilos estéticos del trompo. Este diálogo entre generaciones confirma que la convivencia
lúdica es, al mismo tiempo, una convivencia histórica, donde la memoria colectiva se reactiva
mediante el gesto corporal y la palabra cotidiana (Giménez, 2011; Toledo & Barrera-Bassols,
2008).
La cohesión comunitaria derivada del juego también adquiere una dimensión territorial:
los espacios donde se juega patios, atrios, calles, plazas se convierten en escenarios
simbólicos donde la comunidad reafirma su pertenencia y reproduce prácticas identitarias que
fortalecen la vida colectiva. Desde la perspectiva del patrimonio cultural inmaterial, estos
espacios-lúdicos son fundamentales para la persistencia de las prácticas culturales, pues
permiten que la comunidad se reconozca a sí misma en acciones compartidas (UNESCO,
2003).
En conjunto, los hallazgos permiten afirmar que el trompo es un dispositivo de cohesión
social, donde se entrelazan convivencia, identidad y aprendizaje. Jugar trompo no solo
Niños fijando los roles de juego. Tierras Blancas, Jalisco.
Fotografía: Justo Cobián, noviembre 2022
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fortalece habilidades sociales; fortalece a la comunidad misma. Es un acto cotidiano de
organización, reconocimiento y pertenencia que difícilmente puede ser reemplazado por juegos
digitales o prácticas individualizadas promovidas por la globalización lúdica contemporánea.
4. Activación de memoria e identidad territorial
Los resultados muestran que el trompo opera como un dispositivo de memoria social y
un símbolo de identidad territorial en Tierras Blancas, donde su elaboración, práctica y
transmisión reactivan narrativas, emociones y vínculos que sostienen la continuidad cultural del
pueblo nahua. El juego no solo existe como actividad recreativa: es un acto de actualización del
pasado en el presente, un puente entre generaciones que permite a la comunidad reconocerse
en su historia, su territorio y sus valores compartidos (Justo Cobián, 2020).
En la elaboración artesanal del trompo se materializa la memoria ecológica del territorio:
la elección de maderas locales guayabo, capulín, guásima representa un conocimiento
ancestral sobre la flora de la región, sus cualidades y sus usos. Esta memoria biocultural,
inscrita en el objeto mismo, coincide con lo planteado por Toledo y Barrera-Bassols (2008) asi
como Parra y Gutiérrez (2018), quienes señalan que los pueblos originarios conservan la
memoria territorial mediante prácticas técnicas que vinculan naturaleza, identidad y
permanencia cultural. El trompo, así, no es solo un juguete: es un fragmento de territorio tallado
en la mano del artesano.
Asimismo, la práctica del juego activa memorias familiares y comunitarias. Los abuelos
narran historias de competencias pasadas, los padres enseñan los estilos propios de su
juventud, y los jóvenes aprenden a interpretar el juego dentro de un entramado de significados
que ya existía antes de ellos y que seguirá existiendo después. Esta transmisión constituye una
forma de pedagogía afectiva y comunitaria, en la cual el cuerpo se convierte en archivo viviente
que guarda gestos, técnicas, expresiones y rituales del juego (Broda, 2003). Cada giro del
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trompo evoca a quienes lo enseñaron y a quienes lo aprendieron, configurando un proceso de
reconocimiento intergeneracional.
El trompo también funciona como marcador territorial simbólico. Los espacios donde se
juega calles, patios, atrios y escuelas se convierten en escenarios de pertenencia donde
los jóvenes reafirman su identidad nahua. Según Giménez (2011), la identidad se construye
tanto en la memoria como en la territorialidad, y se reproduce mediante prácticas sociales
cargadas de sentido. En este contexto, jugar trompo equivale a habitar el territorio cultural de
Ayotitlán: la comunidad se reconoce en la forma de lanzar, en las reglas compartidas, en los
apodos de los trompos y en los rituales previos a las competencias.
La UNESCO (2003) señala que las prácticas del patrimonio cultural inmaterial se
mantienen vivas cuando son recreadas continuamente por las comunidades en función de su
relación con el entorno y su historia. El trompo cumple plenamente con esta condición: cada
práctica renueva la memoria y revitaliza la identidad territorial, al tiempo que refuerza el
sentimiento de pertenencia colectiva.
Finalmente, los registros documentales y testimoniales evidencian que el trompo
condensa una memoria afectiva del territorio. La emoción de recuperar un trompo en
movimiento, las risas compartidas, los sonidos del giro en el suelo húmedo tras la lluvia, las
competencias improvisadas y los relatos familiares forman parte de una memoria sensorial que
fortalece el arraigo cultural. Esta dimensión afectiva, frecuentemente desatendida por la
educación formal, constituye un recurso pedagógico valioso para conectar a los jóvenes con su
historia y su entorno (Freire, 2005; SEP, 2019).
En conjunto, los resultados permiten afirmar que el trompo es una práctica de identidad
territorial activa, donde memoria, cuerpo y territorio se articulan para sostener la continuidad
cultural del pueblo nahua de Tierras Blancas. Cada trompo que baila en manos de los jóvenes
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es, simultáneamente, acto de memoria, afirmación de identidad y resistencia cultural frente a
los procesos de homogeneización contemporánea.
5. Riesgos contemporáneos que amenazan la transmisión del PCI
Los resultados permiten identificar una serie de riesgos contemporáneos que
comprometen seriamente la continuidad del trompo como patrimonio cultural inmaterial en
Tierras Blancas. Estos riesgos surgen de transformaciones socioculturales y económicas que
han alterado las dinámicas comunitarias, los procesos de transmisión intergeneracional y la
disponibilidad de recursos ecológicos necesarios para la elaboración artesanal del trompo.
En primer lugar, se observa un desplazamiento creciente del trompo artesanal frente a
dispositivos digitales y juguetes industrializados, fenómeno ampliamente documentado en el
archivo anexo y en estudios sobre globalización cultural (Arizpe, 2015). Los jóvenes, expuestos
a videojuegos, pantallas y objetos de consumo masivo, dedican menos tiempo a prácticas
lúdicas tradicionales que requieren esfuerzo corporal y aprendizaje social progresivo. Este
desplazamiento reduce las oportunidades de contacto con los portadores del saber abuelos,
padres y artesanos, lo que debilita la transmisión intergeneracional de técnicas y valores
asociados al juego.
Asimismo, la industrialización del juguete ha promovido la circulación de trompos
plásticos estandarizados, cuya fabricación en serie desvaloriza el trabajo artesanal y
desconecta el objeto de su territorialidad simbólica. A diferencia del trompo de madera
fabricado con saberes locales, técnicas heredadas y materiales del propio territorio, los
trompos de plástico carecen de memoria ecológica y comunitaria, lo que rompe el vínculo entre
cultura material y biodiversidad local (Giménez, 2011). Este fenómeno coincide con lo señalado
por la UNESCO (2003), que advierte sobre el riesgo de folklorización, es decir, la reducción de
prácticas vivas a objetos decorativos o mercancías sin función social en su comunidad de
origen.
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Otro riesgo significativo identificado en el archivo es la disminución de árboles
adecuados para la fabricación artesanal del trompo, debido a presiones agrícolas, extracción
de madera y cambios en los usos del suelo. Esto afecta no solo la disponibilidad de insumos
materiales, sino también la continuidad de saberes ecológicos locales, pues las especies
utilizadas (guayabo, capulín, guásima) forman parte de la memoria biocultural del territorio
(Toledo & Barrera-Bassols, 2008). La pérdida de estos recursos naturales interrumpe el diálogo
histórico entre naturaleza y cultura que caracteriza al PCI.
La migración de jóvenes y la reconfiguración familiar también constituyen riesgos
importantes. Al reducirse la cercanía cotidiana entre generaciones, disminuye la posibilidad de
que los jóvenes aprendan directamente de los portadores del saber. El oficio artesanal ya
documentado como vulnerable en el archivo depende casi exclusivamente de personas
mayores, cuyos conocimientos no siempre están siendo sistematizados ni compartidos con
nuevas generaciones (Justo Cobián, 2021b, 2021c). La pérdida de un artesano implica la
desaparición de un archivo viviente que reúne técnicas, estilos, historias y significados.
Asimismo, los resultados muestran la ausencia de políticas educativas institucionales
que reconozcan el trompo como recurso pedagógico y patrimonio cultural vivo. Aunque la
Nueva Escuela Mexicana promueve la educación intercultural y la vinculación con el territorio,
la práctica no se integra de manera sistemática en la Educación Media Superior, lo que
desaprovecha su potencial formativo y limita las oportunidades de salvaguardia desde la
escuela (SEP, 2019). La falta de articulación entre escuela, familia y comunidad contribuye a
que el trompo se mantenga al margen del currículo, incrementando su vulnerabilidad.
Finalmente, la combinación de estos factores genera un escenario donde el trompo
corre el riesgo de pasar del patio al museo, es decir, de ser una práctica viva a convertirse en
una representación estática del pasado. Sin acciones pedagógicas, comunitarias y culturales
coordinadas, la práctica puede perder su función social, dejando de ser un acto cotidiano de
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identidad, convivencia y memoria para transformarse en un objeto simbólico
descontextualizado.
En síntesis, los riesgos contemporáneos evidencian la necesidad urgente de
implementar estrategias integrales de salvaguardia que reconozcan al trompo como parte del
patrimonio cultural inmaterial del pueblo nahua de Tierras Blancas. Su transmisión depende no
solo de la preservación del objeto, sino, sobre todo, de la continuidad de los vínculos sociales,
ecológicos y afectivos que lo mantienen vivo.
6. Potencial educativo del trompo para la educación media superior
Los resultados indican que el trompo posee un alto valor pedagógico para la Educación
Media Superior, pues integra dimensiones cognitivas, motrices, socioemocionales y culturales
que coinciden con los principios formativos de la Nueva Escuela Mexicana (SEP, 2019). Su
práctica, inserta en la vida cotidiana de Tierras Blancas, constituye una herramienta educativa
situada que favorece aprendizajes significativos, pertinentes al contexto y culturalmente
relevantes.
En primer lugar, el trompo permite el desarrollo de competencias STEAM (Ciencia,
Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas) desde un enfoque comunitario. La física del giro
torque, velocidad angular, fricción, conservación del momento puede explorarse mediante
experimentos accesibles que vinculan teoría y práctica. La medición del tiempo de giro, el
análisis de la trayectoria y el cálculo de ángulos y proporciones permiten integrar contenidos
matemáticos y tecnológicos de forma tangible y motivadora para los estudiantes (Justo Cobián,
2021c). Estas experiencias se alinean con enfoques actuales de educación activa, donde el
aprendizaje se construye a través de la resolución de problemas reales y el uso del cuerpo
como herramienta cognitiva (Varela et al., 1991).
Asimismo, la elaboración artesanal del trompo constituye un campo formativo
interdisciplinario. En ella convergen saberes ecológicos (identificación de especies locales),
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conocimientos técnicos (torneado, ensamblaje, herramientas), creatividad estética (decoración
y diseño) e historia cultural (relatos del juego en la comunidad). Esta integración convierte al
trompo en un recurso educativo que permite a los estudiantes comprender que los saberes
tradicionales son también conocimientos válidos, rigurosos y cargados de significado (Freire,
2005; Toledo & Barrera-Bassols, 2008).
El trompo también tiene un alto impacto en el desarrollo de competencias
socioemocionales, un eje fundamental en los planes curriculares de la EMS. La práctica del
juego fortalece la tolerancia a la frustración, la regulación emocional, la constancia ante el error,
la empatía, la cooperación y la toma de decisiones colectivas. El círculo de juego se convierte
en un espacio pedagógico donde los estudiantes aprenden a convivir, dialogar y resolver
conflictos mediante acuerdos, lo cual coincide con la visión humanista y comunitaria de la
Nueva Escuela Mexicana (SEP, 2019).
Desde una perspectiva intercultural, el trompo promueve la autoestima cultural y el
reconocimiento del territorio como fuente de conocimiento. Los estudiantes se ven reflejados en
una práctica que forma parte de su identidad nahua, lo que contribuye a fortalecer su sentido
de pertenencia y su agencia cultural. En este sentido, el trompo funciona como una herramienta
de resistencia ante procesos de homogenización cultural y como un recurso para la
construcción de ciudadanía desde la diversidad (UNESCO, 2003; Arizpe, 2015).
Además, el uso pedagógico del trompo permite articular escuela, familia y comunidad,
recuperando la figura del artesano y del jugador experto como agentes educativos. Este
enfoque dialoga con el aprendizaje situado y con la noción de comunidad de práctica (Lave &
Wenger, 1991), donde los estudiantes aprenden mediante participación activa, observación y
acompañamiento de miembros con mayor experiencia. Integrar talleres intergeneracionales,
ferias del trompo, proyectos de investigación escolar y actividades de observación etnográfica
fortalecería el vínculo entre la EMS y el patrimonio cultural local.
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Asimismo, el reconocimiento del trompo como recurso educativo comunitario se vincula
con los derechos culturales y educativos consagrados en la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos. El artículo 2, apartado A, fracción IV, establece el derecho de los
pueblos indígenas a preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos
que conforman su identidad y cultura; mientras que el apartado C, fracciones I y II, reconoce la
obligación del Estado de promover la educación intercultural y garantizar la preservación de su
patrimonio cultural y sus formas propias de aprendizaje. En este sentido, la incorporación del
trompo en la Educación Media Superior no solo responde a criterios pedagógicos y
comunitarios, sino a un mandato constitucional que reconoce la diversidad cultural como
fundamento de la nación mexicana (CPEUM, 2023).
Finalmente, el trompo se presenta como un recurso pedagógico de alto impacto y bajo
costo, accesible a todas las escuelas rurales y originarias. Su potencial educativo no depende
de infraestructura tecnológica, sino del reconocimiento institucional de la cultura local como
fuente legítima de aprendizaje. Incluirlo en el currículo no sería un acto de nostalgia, sino una
estrategia educativa innovadora que articula ciencia, arte, identidad, convivencia y territorio.
De esta manera, el trompo deja de concebirse únicamente como una actividad
recreativa para convertirse en una herramienta educativa que materializa los derechos
culturales, fortalece la identidad originaria y cumple con los principios constitucionales de
pluriculturalidad, equidad y reconocimiento de los saberes comunitarios.
En síntesis, el trompo constituye un dispositivo pedagógico integral, capaz de dinamizar
aprendizajes significativos, fortalecer competencias académicas y socioemocionales, y
promover la continuidad del patrimonio cultural inmaterial. Su incorporación en la Educación
Media Superior representaría un paso decisivo hacia una educación verdaderamente
contextualizada, humanista e intercultural.
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2123 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
7. Ruta pedagógica propuesta para EMS en la comunidad de Ayotitlán.
Los hallazgos permiten formular una propuesta didáctica basada en la matriz Territorio
CuerpoMemoria, alineada con el nuevo modelo de Bachillerato General del SEMS de la U. de
G. y la Nueva Escuela Mexicana (SEP, 2019):
Tabla 1
Evaluación: Portafolio con bitácora reflexiva, auto/coevaluaciones y registro audiovisual,
destacando competencias motrices y socioemocionales. La escuela se vuelve agente de
salvaguardia cultural.
DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos permiten reflexionar sobre la complejidad cultural, pedagógica
y social que envuelve al trompo en la comunidad nahua de Tierras Blancas. Lejos de constituir
Propuesta de actividades didácticas para la Educación Media Superior en la Comunidad de
Ayotitlán.
Proyecto
Área
Actividades principales
Producto
A. “Del árbol al aula”
TAE / Tutorías
Mapeo de maderas, entrevistas
a portadores, tallado seguro,
decoración
Trompo propio + bitácora
+ póster científico
B. “Matemáticas del
giro”
Educación
Física / Física
Secuencia de dominio técnico,
medición de tiempo y giros
Rúbricas motrices +
gráficas de desempeño
C. “Memoria que baila”
Historia e
Identidad
Historias del juego, glosario
españolnáhuatl, cápsulas
radiofónicas
Microdocumental + mural
TCM
D. “Taller
intergeneracional”
Comunidad
Sesiones con artesanos; torneo
con reglas comunitarias
Feria del trompo +
reglamento colectivo
E. “Feria de los juegos
tradicionales”
Comunidad
Competencias individuales y
grupales con los tipos de
juegos.
Feria del trompo
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2124 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
un simple juego, el trompo se muestra como un dispositivo sociocultural total: reúne saberes
artesanales, memorias familiares, identidades territoriales y aprendizajes corporales que
desafían las categorías tradicionales de la educación formal. La discusión que se desprende de
este análisis invita a repensar la relación entre escuela, comunidad y patrimonio cultural
inmaterial (PCI).
En primer lugar, se identifica una tensión fundamental entre los saberes comunitarios y
los paradigmas educativos hegemónicos. Mientras la escuela tiende a privilegiar conocimientos
disciplinarios abstractos, el trompo encarna un modelo de saber práctico, situado y
profundamente vinculado al territorio. Este contraste confirma lo que Freire (2005) denomina
epistemologías de la marginalidad, en las cuales los conocimientos de los pueblos originarios
son históricamente desvalorizados o invisibilizados dentro del currículo oficial. Sin embargo, el
análisis muestra que estos saberes poseen un enorme potencial pedagógico, al articular
motricidad, cognición, memoria e identidad de forma integrada.
En segundo lugar, la discusión revela que el trompo funciona como un espacio de
construcción de ciudadanía comunitaria, donde los jóvenes ejercitan habilidades democráticas
como la negociación, el respeto a las reglas, la participación equitativa y la resolución colectiva
de desacuerdos. Estas prácticas coinciden con el enfoque de la Nueva Escuela Mexicana, que
promueve la formación de sujetos críticos, solidarios y con sentido comunitario (SEP, 2019). No
obstante, el distanciamiento entre los valores que impulsa el currículo y la falta de inclusión de
prácticas como el trompo evidencia una contradicción en la implementación del modelo
educativo.
Otro punto central de discusión se vincula con la memoria biocultural. El trompo no es
un objeto aislado, sino el resultado de una relación histórica con el territorio, donde las especies
de madera utilizadas, las técnicas de elaboración y la transmisión del oficio representan
saberes ecológicos ancestrales. Como señalan Toledo y Barrera-Bassols (2008), la memoria
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2125 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
biocultural articula naturaleza y cultura en un tejido inseparable que sostiene la identidad
comunitaria. La desaparición de árboles adecuados o la pérdida de artesanos no solo afecta la
producción del trompo, sino que erosiona esa memoria ecológica y cultural compartida.
La discusión también pone en evidencia los riesgos contemporáneos derivados de la
globalización lúdica. La expansión del entretenimiento digital y la proliferación de trompos
plásticos industrializados han modificado las formas de juego y han reducido la participación de
los jóvenes en prácticas tradicionales. Este fenómeno coincide con lo advertido por la UNESCO
(2003), que señala que la homogenización cultural puede desplazar prácticas vivas y
transformarlas en objetos folclorizados sin función social. En este contexto, el trompo se
encuentra en un punto crítico entre permanencia y desaparición.
Asimismo, se observa que la continuidad del trompo depende de procesos de
transmisión intergeneracional que hoy se encuentran debilitados por la migración juvenil, la
falta de espacios comunitarios y la disminución del acompañamiento familiar. La figura del
artesano portador del saber técnico y simbólico adquiere una importancia crucial, pero
también enfrenta vulnerabilidades, pues su conocimiento no siempre es documentado ni
enseñado de manera sistemática (Justo Cobián, 2021b; 2021c). Este fenómeno abre una
discusión sobre la necesidad urgente de mecanismos de salvaguardia cultural.
Finalmente, la discusión señala que el trompo ofrece un potencial educativo
subutilizado, capaz de articular competencias STEAM, habilidades socioemocionales y
aprendizajes interculturales de manera significativa. Su incorporación en la Educación Media
Superior permitiría avanzar hacia una pedagogía del territorio que reconozca los saberes
comunitarios como fuentes legítimas de conocimiento. Esta visión coincide con propuestas de
aprendizaje situado (Lave & Wenger, 1991) y con aproximaciones contemporáneas a la
cognición corporizada (Varela et al., 1991).
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2126 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
En síntesis, la discusión evidencia que el trompo es más que una práctica lúdica: es un
campo de disputa cultural, un recurso pedagógico y un símbolo de continuidad comunitaria. Su
permanencia requiere acciones coordinadas entre escuela, comunidad e instituciones
educativas para que el juego siga siendo un espacio vivo de identidad, memoria y aprendizaje.
CONCLUSIONES
El proceso de investigación permite concluir que el trompo en Tierras Blancas constituye
un patrimonio cultural inmaterial vivo, cuya relevancia trasciende lo lúdico para convertirse en
un eje de identidad, memoria y cohesión comunitaria del pueblo nahua. La práctica del trompo
articula saberes artesanales, ecológicos, técnicos, afectivos y educativos que emergen del
territorio y que se sostienen gracias a la transmisión intergeneracional entre abuelos, padres,
artesanos y jóvenes (Justo Cobián, 2021b; 2021c). Esta riqueza confirma que el saber
comunitario no es un vestigio del pasado, sino una forma contemporánea de conocimiento
situada, enraizada y profundamente significativa (Freire, 2005; Toledo & Barrera-Bassols,
2008).
Los hallazgos muestran que el trompo posee un potencial pedagógico extraordinario
para la Educación Media Superior (EMS). Su práctica integra competencias motrices y
cognitivas, promueve habilidades socioemocionales, favorece el aprendizaje colaborativo y
activa procesos de cognición corporizada que fortalecen la formación integral de los
estudiantes. Asimismo, la elaboración del trompo y su uso en espacios escolares permiten
vincular contenidos STEAM con la identidad cultural, haciendo del territorio un aula viva y del
juego un recurso educativo pertinente y transformador (SEP, 2019; Varela et al., 1991).
Sin embargo, la investigación también evidencia riesgos significativos que amenazan la
continuidad de esta práctica. La migración juvenil, la disminución de artesanos, la pérdida de
especies de madera adecuadas, la sustitución por juguetes industrializados y el
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desplazamiento del juego tradicional frente a las pantallas digitales generan una ruptura en la
transmisión del PCI, situación que coincide con las advertencias de la UNESCO (2003) sobre la
vulnerabilidad de las prácticas culturales vivas ante los procesos de homogenización global.
Estos riesgos requieren atención urgente, pues la pérdida del trompo implicaría no solo la
desaparición de un juego, sino la erosión de una memoria biocultural que sostiene la identidad
territorial del pueblo nahua.
Las conclusiones también confirman que el trompo es un espacio de construcción de
ciudadanía comunitaria, donde los jóvenes ejercitan valores de convivencia, equidad y
horizontalidad. En el círculo de juego se negocian reglas, se resuelven desacuerdos y se
reconocen habilidades, configurando un microambiente democrático coherente con los
principios humanistas de la Nueva Escuela Mexicana (SEP, 2019). Este hallazgo demuestra
que los juegos tradicionales son plataformas pedagógicas de alto valor social que contribuyen a
la cohesión y resistencia cultural.
A partir de lo anterior, se concluye que integrar el trompo en la Educación Media
Superior no es un acto de nostalgia, sino una estrategia educativa y cultural necesaria para
fortalecer el vínculo escuelaterritorio, promover la autoestima cultural y garantizar la
continuidad del patrimonio cultural inmaterial. La escuela no puede seguir siendo un espacio
desconectado del contexto comunitario; por el contrario, debe reconocer y legitimar los saberes
locales como fuentes válidas de conocimiento, identidad y transformación social (Freire, 2005;
Lave & Wenger, 1991).
Finalmente, el estudio invita a considerar que la salvaguardia del trompo requiere
acciones articuladas y sostenidas entre familias, escuelas, comunidad y autoridades
educativas. Talleres intergeneracionales, proyectos escolares, ferias del trompo,
documentación de técnicas artesanales y modelos pedagógicos situados serían pasos
esenciales para mantener viva esta práctica. Cada trompo que continúa bailando en Tierras
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Blancas no solo gira sobre la tierra, sino sobre siglos de memoria, resistencia y creatividad
comunitaria.
Declaración de conflicto de interés
El autor declara que no existe ningún conflicto de interés relacionado con la elaboración,
desarrollo y publicación del presente artículo. El trabajo fue realizado de manera independiente,
sin recibir financiamiento externo ni influencias institucionales o personales que pudieran
afectar su contenido, sus resultados o su interpretación.
El autor es el único responsable de la investigación, el análisis y la redacción del
manuscrito.
Declaración de contribución a la autoría (CREDIT)
Con base en la taxonomía de contribuciones CRediT (Contributor Roles Taxonomy), el
autor único del presente artículo declara su participación en las siguientes categorías:
Conceptualización (Conceptualization): El autor desarrolló la idea central del estudio,
los objetivos y el enfoque teórico-metodológico.
Curación de datos (Data Curation): El autor recopiló, organizó y gestionó los
materiales documentales y comunitarios utilizados en el análisis.
Análisis formal (Formal Analysis): El autor llevó a cabo el análisis interpretativo y
crítico de la información obtenida.
Investigación (Investigation): El autor realizó la revisión documental, observación
participante y sistematización de los datos.
Metodología (Methodology): El autor diseñó y aplicó el enfoque metodológico
cualitativo y etnográfico empleado en el artículo.
Administración del proyecto (Project Administration): El autor gestionó todas las
fases de desarrollo del manuscrito.
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2129 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
Recursos (Resources): El autor proporcionó y administró todas las fuentes,
materiales y evidencias utilizadas.
Software: No aplica.
Supervisión (Supervision): No aplica, por tratarse de un autor único sin equipo
asociado.
Validación (Validation): El autor evaluó la consistencia interna, la coherencia
argumentativa y la validez interpretativa del trabajo.
Visualización (Visualization): El autor elaboró y organizó los esquemas, tablas e
interpretaciones narrativas pertinentes.
Redacción borrador original (Writing original draft): El autor redactó la versión
inicial completa del manuscrito.
Redacción revisión y edición (Writing review & editing): El autor revisó, editó y
refinó el texto final del artículo para su publicación.
El autor confirma que todas las responsabilidades y decisiones académicas recaen
exclusivamente en su persona, y que no existieron colaboradores adicionales en ninguna fase
de la elaboración del manuscrito.
Declaración de uso de inteligencia artificial
El autor declara que durante la elaboración del presente manuscrito se emplearon
herramientas de inteligencia artificial generativa, específicamente el modelo ChatGPT de
OpenAI, con el propósito de adaptación del estudio de investigación de campo a un artículo
académico de opinión, y apoyar en tareas redacción, ampliación de contenidos, organización
de ideas y mejora del estilo académico.
El uso de la inteligencia artificial se limitó a funciones de apoyo escritural y nunca
sustituyó el juicio crítico, la interpretación analítica ni la responsabilidad intelectual del autor.
Todas las ideas, datos, interpretaciones y conclusiones presentadas en el artículo son producto
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2130 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
del trabajo académico propio del autor, quien verificó y validó cuidadosamente el contenido
generado antes de su incorporación al manuscrito.
La herramienta de IA no participó en la generación de datos empíricos, ni en la toma de
decisiones metodológicas, ni en la formulación de los argumentos centrales del estudio. El
autor asume la total responsabilidad por la originalidad, precisión y fiabilidad del texto final.
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