DOI: https://doi.org/10.71112/3h7vrw22
1986 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
2.2.3. Teoría de la elección racional
La Teoría de la Elección Racional, propuesta por Clarke y Cornish (1986), plantea que
los delincuentes actúan como agentes racionales que evalúan costos y beneficios antes de
cometer un delito. Aunque reconoce la influencia de factores sociales y psicológicos, sostiene
que la decisión criminal es consciente y depende de la información y capacidades cognitivas
disponibles. Así, el potencial infractor sopesa riesgos, probabilidad de captura, severidad de la
pena, daño físico; frente a beneficios como ganancias económicas o estatus social.
Esta teoría tiene implicaciones claras para la seguridad pública: cuando los costos
percibidos son bajos y los beneficios son altos, la conducta delictiva se vuelve una elección
racional (Clarke & Cornish, 1986). En Ecuador, particularmente en Durán, la percepción de
impunidad refuerza este modelo. La baja tasa de resolución de homicidios y las debilidades del
sistema de justicia penal permiten que los delincuentes actúen con sensación de
invulnerabilidad (El Universo, 2024). Desde esta perspectiva, la prevención del delito debe
centrarse en elevar los costos percibidos y en reducir los beneficios mediante la desarticulación
de economías ilícitas y el control de activos.
2.2.4. Teoría del Etiquetado
La Teoría del Etiquetado (Becker, 1963; Lemert) sostiene que la criminalidad no es una
cualidad del individuo, sino el resultado de la reacción social. Cuando una persona comete una
falta inicial —desviación primaria— no necesariamente se convierte en delincuente; sin
embargo, al ser etiquetada como “criminal” o “pandillero”, esta identidad impuesta limita sus
oportunidades educativas, laborales y sociales, favoreciendo la desviación secundaria. El
estigma funciona como una profecía autocumplida, ya que el individuo puede terminar
internalizando la etiqueta y reforzando la conducta desviada.
En Durán, la estigmatización de barrios y jóvenes de zonas marginales reproduce este
ciclo: al ser percibidos como “potenciales delincuentes”, enfrentan exclusión y falta de