DOI: https://doi.org/10.71112/4vwz5205
902 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Naciones Unidas,
1948) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Naciones
Unidas, 1966).
Tradicionalmente, los programas de formación médica han privilegiado un enfoque
biomédico basado en competencias técnicas, dejando en segundo plano los determinantes
sociales de la salud, las desigualdades estructurales y la defensa activa de los derechos de los
pacientes (Comisión Internacional de Juristas, 1984). Sin embargo, en un mundo marcado por
profundas brechas de acceso a la salud, crisis humanitarias, desplazamientos forzados y
conflictos armados, se vuelve indispensable formar profesionales de la salud que comprendan
su rol como agentes de transformación social (Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, 2000) (Farmer, 2003).
El derecho internacional de los derechos humanos ofrece un marco sólido para
orientar la educación médica hacia una práctica más inclusiva, equitativa y ética. Instrumentos
como los Principios de Siracusa (Comisión Internacional de Juristas, 1984), la Observación
General N.º 14 del Comité DESC (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
2000), y las directrices de la Organización Mundial de la Salud en materia de derechos
humanos y salud (Organización Mundial de la Salud, 2016) (Organización Mundial de la Salud,
2017) delinean claramente las obligaciones de los Estados y los deberes éticos de los
profesionales de la salud. Estos documentos destacan la importancia de garantizar no solo la
disponibilidad de servicios médicos, sino también su accesibilidad, aceptabilidad, calidad, y
respeto cultural, principios que deben permear la enseñanza médica desde las etapas iniciales.
Además, la realidad contemporánea ha evidenciado que los derechos humanos no son
principios abstractos reservados para situaciones excepcionales, sino componentes
fundamentales de la práctica médica diaria. La pandemia de COVID-19, las crisis migratorias,
la violencia estructural contra poblaciones vulnerables, y las emergencias sanitarias en