DOI: https://doi.org/10.71112/jgz2pn63
62 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 4, 2025, octubre-diciembre
Como hemos dicho, no debemos confundir las utopías con la imposibilidad, ya que, su
contenido no es necesariamente fantástico. Aunque muchos de sus elementos pueden ser
propios de una ficción, otros de ellos los podemos encontrar en tratados de filosofía política,
que no se pretenden utópicos, tales como la igualdad o la justicia social, que incluso podemos
encontrar en programas de gobierno en nuestro siglo, por ello, la utopía merece ser pensada,
más aún en América Latina, porque nos permite soñar, nos ofrece herramientas para pensar
aquello que parece impensable, y eso, es nuestro contexto, es valioso para pensar la
transformación social.
El concepto de posibilidad es clave cuando hablamos de futuro y utopía, porque como
hemos dicho, siempre existe una pregunta respecto de esto, sin embargo, como bien dice
Guibourg (2012), el significado de posible puede tener distintas acepciones, es diverso. Según
el autor, el concepto existe al menos en tres sentidos: 1) en sentido lógico, 2) en sentido
empírico y, 3) en sentido técnico; cada uno de ellos se enfrenta al problema de modos distintos.
Nos da la impresión de que, cuando se exige posibilidad a las utopías, se refiere al sentido
técnico, es decir, a la capacidad que se tiene en un momento histórico específico de lograr
aquello que se plantea, no obstante, observamos que es un concepto que contempla otras
variables. Incluso si quisiéramos responder desde el plano técnico, podríamos decir que “Es
arriesgado, pues, afirmar que cierto acontecimiento futuro sea técnicamente imposible y, por lo
tanto, completamente ilusorio” (Guibourg, 2012, p. 124), desde ese punto de vista, una crítica
de imposibilidad al pensamiento utópico, sería debatible, por el concepto mismo de
posibilidad/imposibilidad.
El futuro, en el pensamiento utópico, también tiene relación con el concepto de
esperanza, para Bloch, por ejemplo, “Siempre existe la posibilidad de que una cosa se
convierta en otra distinta de lo que es” (Bloch, et al, 1973, p, 62), por ello considera que es
fundamental darle importancia a lo que él llama soñar despierto, porque “No hay hombre que