DOI: https://doi.org/10.71112/a3yw5879
1654 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 3, 2025, julio-septiembre
mediante procesos simbólicos. Esta transformación no ocurre de forma aislada, sino en diálogo
con los modelos culturales, lingüísticos y sociales que los rodean. Es precisamente en este
punto donde la creatividad simbólica se articula con la apropiación cultural.
Desde la teoría sociocultural, la apropiación cultural implica que el niño internaliza y
reconfigura las herramientas simbólicas que su cultura le ofrece —como el lenguaje, las
imágenes, los relatos, los juegos, los objetos—, dándoles un sentido personal en su mundo
interno (Vygotsky, 1978; Rogoff, 2003). No se trata simplemente de repetir lo que ve u oye, sino
de reinterpretar y resignificar esos elementos según su experiencia, sus emociones y sus
contextos de interacción.
La metáfora conceptual, en este proceso, se convierte en una herramienta fundamental.
Cuando un niño dice “mi abuela es una estrella”, no solo está usando una imagen poética
aprendida, sino creando un puente simbólico entre la emoción de la pérdida y la belleza del
cielo nocturno, integrando así elementos de la cultura (la estrella como símbolo) con su
vivencia emocional. Esta metáfora, en su brevedad, revela un proceso profundo de elaboración
simbólica y apropiación de significados compartidos.
Por otro lado, la creatividad simbólica también se manifiesta en la invención de términos,
la mezcla de referentes culturales, el uso de personajes de la televisión en contextos familiares,
o la combinación de objetos para representar realidades que aún no pueden ser expresadas
completamente en palabras. Así, un palo puede convertirse en una varita mágica, una caja en
un cohete, o una hoja en un teléfono. Estas transformaciones no son simples juegos, sino actos
semióticos que muestran la flexibilidad mental del niño para crear universos simbólicos propios.
La apropiación cultural no significa que el niño adopte pasivamente los símbolos adultos,
sino que los reconstruye con su imaginación y su perspectiva, adaptándolos a sus propios fines
comunicativos, emocionales y lúdicos. En contextos multiculturales y multilingües, este proceso
puede incluir palabras de distintas lenguas, referencias híbridas, o metáforas culturales