Forma Descripción generada automáticamente
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Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias
Volumen 2, Número 3, 2025, julio-septiembre
DOI: https://doi.org/10.71112/nyqjca29
LA REORIENTACIÓN DE LA TRADICIÓN CULTURAL OCCIDENTAL HACIA EL
CRISTIANISMO
THE REORIENTATION OF WESTERN CULTURAL TRADITION TOWARDS
CHRISTIANITY
Hugo Alexander Vega Riaño
Gelvi Jesús Maldonado Maldonado
Colombia
DOI: https://doi.org/10.71112/nyqjca29
1287 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 3, 2025, julio-septiembre
La reorientación de la tradición cultural occidental hacia el cristianismo
The reorientation of western cultural tradition towards christianity
Hugo Alexander Vega Riaño
1
havega@unipamplona.edu.co
https://orcid.org/0000-0002-9792-4685
Universidad de Pamplona
Colombia
Gelvi Jesús Maldonado Maldonado
gelvimaldonado01@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-4643-2434
Investigador Independiente
Colombia
RESUMEN
La transición del paganismo al cristianismo en Occidente fue un cambio de valores fundamental
impulsado por una nueva actitud hacia la vida, que se centraba en la fe y la esperanza en un
más allá. La tradición oral, inicialmente predominante, se transformó en una escrita debido al
crecimiento de las congregaciones y la necesidad de definir la doctrina ortodoxa frente a las
herejías como el gnosticismo, el marcionismo y el montanismo. Los Padres de la Iglesia, como
Orígenes y Agustín, sistematizaron la teología, fusionando el saber grecorromano con la
tradición cristiana. Las rivalidades entre los centros eclesiásticos, como Roma y
Constantinopla, influyeron en las controversias teológicas. El cristianismo asimiló elementos
culturales de diversas tradiciones, como la sumeria, babilónica, egipcia, persa y griega, para
convertirse en una organización cultural dominante.
Palabras clave: cristianismo; paganismo; doctrina; teología; ortodoxia
1
Correspondencia: havega@unipamplona.edu.co
DOI: https://doi.org/10.71112/nyqjca29
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ABSTRACT
The transition from paganism to Christianity in the West was a fundamental shift in values
driven by a new attitude toward life, centered on faith and hope for an afterlife. The initially
predominant oral tradition was transformed into a written tradition due to the growth of
congregations and the need to define orthodox doctrine in the face of heresies such as
Gnosticism, Marcionism, and Montanism. Church Fathers, such as Origen and Augustine,
systematized theology, fusing Greco-Roman knowledge with Christian tradition. Rivalries
between ecclesiastical centers, such as Rome and Constantinople, influenced theological
controversies. Christianity assimilated cultural elements from diverse traditions, such as
Sumerian, Babylonian, Egyptian, Persian, and Greek, to become a dominant cultural
organization.
Key words: christianity, paganism, doctrine, theology, orthodoxy
Recibido: 9 de agosto 2025 | Aceptado: 27 de agosto 2025
INTRODUCCIÓN
La transición de la cultura grecorromana a la cristiana fue un cambio de valores
fundamental impulsado por la aparición de una nueva actitud hacia la vida. Esta transformación
se basó en una fe que sublimaba la dureza de la vida terrenal con la esperanza de una
existencia de ultratumba hermosa y alegre. Esta fe, acompañada de la creencia en un plan
sobrenatural y una lucha moral por la salvación, reprimió los placeres sensuales y desvió la
atención hacia la experiencia interior del individuo (Bethune-Baker, J. F. 1938). El cristianismo,
en su forma más pura, emergió como una expresión de esta nueva actitud, enraizada en el
sufrimiento de la gente común y centrada en la fe en "Jesucristo es el Señor".
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A medida que el cristianismo crecía, la tradición oral original se transformó en una
escrita, dando lugar a un canon de escrituras y un credo. Este proceso fue impulsado por la
necesidad de la Iglesia Católica de definir la ortodoxia frente a herejías como el gnosticismo, el
marcionismo y el montanismo. Figuras como Ireneo y Tertuliano, conocidos como apologistas,
defendieron la fe y la moral cristianas, y ayudaron a formalizar doctrinas clave como la Trinidad
(Burkitt, F. C. 1907). Las disputas doctrinales, como la controversia arriana y la nestoriana, se
vieron influenciadas por las rivalidades entre los centros eclesiásticos y la política imperial, lo
que llevó a la convocatoria de concilios como el de Nicea y el de Calcedonia para unificar la fe.
Finalmente, la asimilación de elementos de diversas culturas (sumeria, babilónica, egipcia,
persa, griega y romana) transformó al cristianismo de una religión en una organización cultural
dominante.
METODOLOGÍA
1. Enfoque de investigación
Histórico-Descriptivo, centrado en el análisis de la transición cultural y religiosa del
paganismo al cristianismo en Occidente. Se basa en una revisión exhaustiva de fuentes
primarias y secundarias, organizadas cronológicamente para trazar la evolución de las ideas y
prácticas cristianas a lo largo de los primeros siglos de su existencia.
2. Fuentes de Información
La investigación se sustenta en el análisis de una variedad de textos y documentos, que se
pueden categorizar de la siguiente manera:
Escrituras canónicas y textos apócrifos: Se mencionan los evangelios de Marcos,
Mateo, Lucas y Juan, así como las epístolas de Pablo, para ilustrar el desarrollo de la
tradición oral a la escrita.
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Escritos de los Padres de la Iglesia: Se utilizan las obras de figuras como Ireneo,
Tertuliano, Orígenes y Agustín para comprender la sistematización de la teología y la
defensa de la ortodoxia frente a las herejías.
Documentos conciliares: Se hace referencia a concilios ecuménicos como el de
Nicea, Constantinopla y Calcedonia, que fueron cruciales para definir el dogma cristiano
en respuesta a controversias teológicas.
Fuentes de la tradición pagana y herética: El estudio también considera las ideas del
gnosticismo, el marcionismo y el montanismo para contextualizar las disputas
doctrinales y la formación del cristianismo católico.
3. Procedimiento y Análisis de Datos
El proceso de investigación consistiría en varias etapas:
Identificación y recopilación de fuentes: Búsqueda y selección de las fuentes
históricas y teológicas relevantes para el período estudiado, desde el surgimiento del
cristianismo hasta su consolidación como organización cultural dominante.
Análisis temático-cronológico: Las fuentes serían analizadas para identificar temas
clave como la transición de la oralidad a la escritura, la lucha contra las herejías, la
sistematización de la teología por los Padres de la Iglesia y la influencia de las
rivalidades políticas en las controversias doctrinales.
Comparación y contextualización: Se compararían las diferentes doctrinas y prácticas
(cristianas, paganas, heréticas) para entender cómo el cristianismo asimiló y reorien
elementos culturales preexistentes.
Síntesis de hallazgos: Se sintetizarían los resultados del análisis para construir una
narrativa coherente sobre la reorientación de la tradición cultural occidental hacia el
cristianismo, mostrando el papel de factores religiosos, sociales y políticos en este
proceso.
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RESULTADOS
La transición de la cultura grecorromana a la cristiana fue un cambio de valores
fundamental que giró en torno a una nueva actitud hacia la vida. Esta actitud, en términos
psicológicos, fue una respuesta a la dureza y la crueldad de la vida terrenal, una respuesta
sublimada por la fe en un más allá que se presentaba como un lugar hermoso y alegre. Para
alcanzar esta bienaventuranza eterna, se debía aceptar el mal de la vida terrena como parte
del proceso para cultivar la pureza moral (Barton, G. A. 1935).
Esta fe estaba acompañada de una exaltación, ya que se predicaba que la humanidad
vivía de acuerdo con un plan sobrenatural. Esto implicaba una lucha moral en la que se podía
recibir ayuda divina para la salvación. La fe y la exaltación unidas reprimieron el deseo de los
placeres sensuales. La felicidad en este mundo se encontraba en las satisfacciones íntimas
que surgían de esta lucha moral. Esta represión de los deseos externos desvió la atención
hacia la experiencia subjetiva, es decir, el mundo interior del hombre, y no el exterior (Vega
Riaño, H. A., & Torres Vega, L. Y. 2023). Esta nueva perspectiva creó una unidad psicológica
que dio estabilidad a la actitud de vida que reorientó la cultura occidental.
El núcleo de esta reorientación fue el evangelio y la fe en que "Jesucristo es el Señor".
El concepto de una ardiente esperanza en el Segundo Advenimiento, cuando Jesús
establecería el reino de Dios en la Tierra, se encontraba en su periferia. Esta fe y esperanza se
manifestaban en una forma de vida que sacrificaba las satisfacciones e intereses mundanos
para alcanzar la pureza moral necesaria para la inmortalidad. Para Battenhouse (1922). La
regla principal de este modo de vida era "ama a tu prójimo como a ti mismo". Estos elementos
se organizaron en una tradición que fluía de las palabras y los hechos de Jesús. De esta
manera, el cristianismo era una expresión de la nueva actitud de vida que surgía de los
sufrimientos de la gente común.
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El desarrollo de la tradición escrita y el canon bíblico
Según Vega Riaño, H. A., & Torres Vega, L. Y. (2023). Jesús no escribió nada, pero sus
palabras tenían una autoridad única para sus apóstoles y seguidores. Los autores de las
escrituras hebreas reconocieron en sus palabras una nueva revelación y las convirtieron en una
tradición oral a la que se adherían estrictamente. Debido a la creencia de que otros podían
recibir los "dones del espíritu", esta tradición oral fue la versión autorizada de las enseñanzas
cristianas por mucho tiempo. De hecho, el cristianismo primitivo fue un movimiento espiritual y
no literario, opuesto al saber letrado de judíos y gentiles. Sin embargo, para Battenhouse
(1922) el crecimiento de las congregaciones llevó a la diferenciación entre el clero y los laicos,
y transformó la tradición oral en una escrita. El resultado fue la creación de un canon de
escrituras, un credo y una liturgia. La autoridad final residía en la Iglesia y no en los textos
escritos.
Aunque las primeras congregaciones cristianas coincidían en los fundamentos de su fe,
existía una gran diversidad en su expresión verbal y su culto. No se sabe con certeza quiénes
escribieron los primeros textos cristianos, pero se han identificado partes de dos obras arameas
en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. Una de estas obras, LOS DICHOS DE JESÚS, se
encuentra dispersa en estos evangelios (Eyre, E. (Ed.). 1935).
La segunda, llamada LIBRO DE TESTIMONIOS, contiene pasajes de las escrituras
hebreas que buscan probar que Jesús era el Mesías, por lo que estaba dirigida tanto a judíos
como a cristianos.
El cristianismo primitivo se convirtió en una fusión de elementos judíos y griegos. La
primitiva liturgia cristiana continuó con las prácticas de la sinagoga judía, como la lectura de los
libros sagrados hebreos (Benson, 1897). El cambio del Sabbat al domingo se debió al deseo
de tener un día especial para el culto cristiano, no a un rechazo de la tradición judía. Los
cristianos les dieron un nuevo significado a estas prácticas judías. Las principales prácticas de
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culto eran el bautismo, la Cena del Señor (o Agape) y el "hablar en lenguas". En la medida en
que estas prácticas se asemejaban a los cultos de misterio griegos, el cristianismo primitivo no
fue solo una asimilación del mesianismo judío, sino una mezcla de prácticas religiosas judías y
griegas.
Pablo fue el primero en dar una expresión literaria al cristianismo entre los gentiles a
través de sus epístolas. Estas cartas daban consejos y guía moral, pero no eran exposiciones
autorizadas de la doctrina. La doctrina ya estaba establecida en la tradición oral. Las epístolas
más antiguas, la
Primera y segunda a los tesalonicenses, se escribieron hacia el año 50-51 d.C... Se
cree que fueron los primeros elementos de la literatura popular que se desarrolló después de la
dispersión de la congregación judía tras la destrucción de Jerusalén en el año 70.
Alrededor del año 70, se escribió en Roma el Evangelio de San Marcos, el primer
relato completo de la vida de Jesús. Este evangelio, sencillo y popular, describía a Jesús como
un hacedor de milagros y perdonador de pecados, reflejando la visión que tenían de él sus
primeros seguidores, que eran principalmente esclavos y trabajadores pobres. En el siglo II,
cuando el saber griego influyó en el cristianismo, este evangelio perdió crédito debido a su
lenguaje (el griego koiné o vulgar) y su estilo hebreo (Burney, C. F. 1922).
Entre los años 70 y 90, se crearon otras obras que entraron en la tradición literaria.
Poco después del año 70, probablemente en Antioquía, se escribió el
Evangelio de San Mateo para judíos cristianos de lengua griega. Esta obra incluía
relatos del nacimiento de Jesús, una genealogía que lo conectaba con David, y numerosas
citas de los profetas hebreos para demostrar que era el Mesías. Una década más tarde, Lucas,
un médico de Pablo, compuso un tercer relato de la vida de Jesús. Su obra, con un estilo más
literario, añadió a los relatos de Marcos y Mateo materiales sobre curaciones, parábolas y
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sermones. Lucas también incluyó una historia de la actividad misionera de Pablo, conocida
como los Hechos de los Apóstoles.
Este conflicto entre los elementos judíos y griegos se hizo evidente en los escritos de
finales del siglo I. Con la creciente cantidad de cristianos gentiles, las influencias griegas se
volvieron dominantes en la tradición cristiana, y Éfeso se convirtió en el primer centro literario
del cristianismo griego (Benson, 1897).
El antiguo cristianismo católico y la lucha contra las herejías
El choque de elementos judíos y griegos fue el precursor de las controversias que
surgieron en los siglos II y III. Los cristianos se vieron obligados a enfrentar los argumentos
gnósticos, las innovaciones heréticas y las disputas filosóficas. Encontraron la solución a este
problema en la Antigua Iglesia Católica, que se atuvo firmemente a una forma de fe y de
organización ritual. El gnosticismo, que ya estaba muy extendido en el mundo griego, tuvo un
impacto inmediato en la interpretación de la vida de Jesús. Los eruditos creen que el Evangelio
de Juan fue un producto de este contacto (Carrington, P. 1921). Su autor, un judío helenizado,
identificó a Cristo con el "logos" como instrumento de la acción divina, una idea que estaba en
armonía con la doctrina gnóstica de la mediación. La imagen de un Salvador que daba "vida" y
"pan de la vida" al curar a un paralítico y multiplicar los panes, armonizaba la vida de Jesús con
la concepción filosófica de la acción divina.
Para contrarrestar la amenaza de que la persona histórica de Jesús se perdiera en
estas interpretaciones filosóficas, se elaboró en Éfeso, hacia el año 125, una combinación de
los evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Este "documento cuádruple" fue
especialmente útil para combatir las herejías gnósticas que amenazaban al cristianismo
apostólico.
Las herejías gnósticas se manifestaban en las enseñanzas de VALENTINO, el maestro
gnóstico más grande del siglo II. Valentino afirmaba que el libro sagrado hebreo era una falsa
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revelación y que el Dios de los hebreos, Yahveh, no era el Ser Supremo. Sostenía que el
hombre Jesús era un fantasma y que sus sufrimientos en la cruz eran una "apariencia de
dolor". Argumentaba que el "espíritu puro", el logos, no podía tener contacto con la materia, que
es el mal. Esta herejía del docetismo persistió por siglos (Chase, F. H. 1887).
Estrechamente relacionada con las herejías gnósticas estaba la reforma del cristianismo
de Marción, un rico naviero que fue a Roma y fundó una secta que se difundió por Italia, África
y Siria. Marción, al igual que los gnósticos, repudiaba el judaísmo. Argumentaba que el Dios del
Antiguo Testamento era un "demiurgo iracundo" que había creado un universo y al hombre de
la materia. Sostenía que un Dios más alto y bondadoso envió a su "único hijo" para redimir al
hombre. Marción fue importante no por sus enseñanzas, sino por la idea de que el cristianismo
debía tener su propio libro sagrado. Creó un Nuevo Testamento original a partir de las epístolas
de Pablo y el Evangelio de Lucas, eliminando los pasajes que no se ajustaban a sus creencias.
El resultado de este proceso fue la formación de la Biblia cristiana, con sus dos divisiones: el
Antiguo y el Nuevo Testamento (Clarke, W. K. L. 1925).
Otra herejía importante fue la de MONTANO, de Asia Menor, que combinaba la creencia
en la comunicación con el mundo espiritual de los espíritus en trances con la práctica cristiana
de "hablar con los dones del espíritu". Montano sostenía que la revelación era continua y que el
sacerdocio cristiano debía consistir solo en profetas y profetisas "inspirados".
El montanismo, con su moral ascética, fue un movimiento rural que denunciaba a los
cristianos ordinarios por disfrutar de los placeres mundanos. Los montanistas recaudaban
cuotas y estipendios para sus líderes, los profetas, y no tenían obispos. El montanismo fue un
intento de volver al cristianismo primitivo al revivir la pureza moral y afirmar la autoridad de la
tradición oral, oponiéndose al creciente poder de la jerarquía sacerdotal (Deissmann, G. A.
1929).
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La formación del cristianismo católico y el credo
Frente a estas herejías, el cristianismo tradicional encontró muchos defensores,
llamados apologistas. Estos predicadores escribieron defensas de la fe y la moral cristianas.
Justino Mártir, por ejemplo, defendió el cristianismo frente a los judíos y los romanos,
sosteniendo que Jesús había cumplido las profecías hebreas y que los cristianos no eran
ateos. Los apologistas también se opusieron a los gnósticos, marcionistas y montanistas,
argumentando la validez de la tradición evangélica (Dibelius, M. 1934).
La crisis provocada por estas herejías estimuló la especulación teológica y obligó a los
cristianos a formular las verdaderas enseñanzas de su fe. El resultado fue un cuerpo de
enseñanzas, llamado cristianismo católico o universal, que se convirtió en la fe de la antigua
iglesia. Un vistazo al culto católico primitivo nos lo da la Apología de Justino, que describe el
sacramento de la eucaristía, la lectura de las escrituras, el sermón del presidente y las
oraciones. La eucaristía era un sacramento central en el culto cristiano ortodoxo, en el que los
cristianos participaban en la expiación de los pecados de Cristo.
Entre los que contribuyeron a dar forma al cristianismo católico, destacan
Ireneo y Tertuliano:
Ireneo, obispo de Lyon, fue un destacado apologista que defendió la tradición cristiana
aceptada en su obra Contra las herejías. Sostenía que la voz de Dios solo podía
escucharse a través de la iglesia tradicional. Ireneo unió la claridad doctrinal con una
concepción de la unidad de las congregaciones y la supremacía de los obispos, por lo
que se le considera el fundador de la antigua iglesia católica.
Tertuliano, un cartaginés instruido en derecho romano, ejerció una fuerte influencia en
las congregaciones occidentales. Su ferviente temperamento y mentalidad lógica lo
llevaron a formular la doctrina de la Trinidad. Como abogado, encontró en el concepto
legal de "persona" la base intelectual de la Trinidad. A pesar de su papel en la defensa
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de la ortodoxia, su fervor moral lo llevó a convertirse en montanista, y por esta razón, es
conocido como el "padre de la ortodoxia".
El principal apoyo de la ortodoxia católica, además del episcopado, fue la
nueva escritura, que fijó el canon de la Biblia cristiana. Aunque los cristianos habían
utilizado los libros sagrados hebreos de la Septuaginta, se añadió un Nuevo Testamento, un
término que se usó por primera vez hacia el año 192. El Fragmento Muratoriano, un documento
escrito en esta época, enumera las obras que la congregación romana consideraba inspiradas.
El principio de selección era que solo las obras de origen apostólico eran inspiradas. Ireneo y
Tertuliano aceptaron esta lista como canónica. Por lo tanto, hacia el año 200, el cristianismo
católico estaba en camino de convertirse en una religión de un solo libro, cuya interpretación
era prerrogativa de la clase sacerdotal (Dodd, C. H. 1935).
El producto supremo de este proceso fue la creación de un credo, una declaración
formal de fe a la que todos los cristianos debían adherirse. Bajo la influencia de la doctrina del
logos, la fórmula primitiva "Jesús es el Señor" se extendió a la declaración de "Creo en Dios,
Jesucristo y el Espíritu Santo". Este cuerpo de enseñanzas fue el correlato intelectual del
sentimiento de grupo que distinguía a los cristianos como una "tercera raza".
La consolidación del cristianismo ortodoxo y las grandes controversias
El antiguo cristianismo católico se enfrentó a nuevos desafíos para su unidad. A medida
que las clases educadas se convertían, surgió la necesidad de combinar las creencias
cristianas con el saber griego y romano. Esto dio lugar a numerosas disputas en los siglos IV y
V. El problema de la doctrina ortodoxa se agudizó cuando la iglesia, organizada bajo el
episcopado, fue vista como la depositaria de la "verdad salvadora".
La intervención del emperador Constantino, que estableció el cristianismo como culto
oficial del estado, convirtió las políticas teológicas en cuestiones imperiales. La rivalidad entre
los grandes prelados de Roma, Jerusalén, Alejandría, Antioquía, Éfeso y Constantinopla por el
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poder en la jerarquía eclesiástica convirtió las disputas doctrinales en luchas políticas. Los
monjes, cuyo fanatismo a menudo convertía los argumentos en conflictos violentos, también
contribuyeron a la discordia. De esta crisis surgió una ortodoxia que, aunque no fue
universalmente aceptada, constituyó la principal forma de supervivencia de la tradición
apostólica (Donaldson, J. A. 1909).
La controversia arriana: Esta disputa tuvo sus raíces en los puntos de vista opuestos
de las escuelas de Antioquía y Alejandría.
Arrio, un discípulo de Luciano, predicó que Dios es uno, eterno e increado, y que el
"logos" (Cristo) era una criatura, la primera de todas las creaciones. Por lo tanto, Cristo no
compartía la divinidad de Dios. Esta doctrina arriana ponía en peligro la posición de la iglesia
como institución divina. El emperador Constantino, deseoso de unificar la fe por razones
políticas, convocó el primer Concilio Ecuménico en Nicea en 325.
El concilio condenó a Arrio y formuló una declaración de fe que afirmaba la doctrina de
la Trinidad. El credo niceno afirmaba que Cristo era "de una sustancia con el Padre" y que no
hubo un tiempo en el que no existiera. Sin embargo, el concilio no puso fin a la controversia
arriana, y esta herejía amenazó la unidad de la iglesia por casi dos siglos, especialmente a
través de los pueblos teutones convertidos. El Segundo Concilio Ecuménico en Constantinopla
en 381 formuló el credo que se usa actualmente en la Iglesia Católica Romana, afirmando la fe
en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La controversia nestoriana: La declaración de la unidad de la divinidad planteó la
cuestión de la naturaleza de Cristo.
Nestorio, obispo de Constantinopla, enseñaba que Cristo tenía una naturaleza humana
y un libre albedrío, y se oponía a que se llamara a María "Madre de Dios". Argumentaba que
Dios no podía nacer de un ser humano. Esta enseñanza exaltaba la religión ética sobre la
sacramental y mística.
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Cirilo, obispo de Alejandría, se opuso a Nestorio, y el tercer concilio ecuménico,
celebrado en Éfeso en 431, condenó a Nestorio.
La controversia monofisita: Esta surgió de la doctrina de Cirilo, que sostenía que
Cristo tenía una sola naturaleza, la divina, en la cual la naturaleza humana se había absorbido.
El principal defensor de esta doctrina, conocida como
monofisismo ("una naturaleza"), fue Eutiques. El cuarto concilio ecuménico, celebrado
en Calcedonia en 451, condenó tanto el nestorianismo como el monofisismo y afirmó la
doctrina de las dos naturalezas de Cristo, divina y humana, unidas en una sola persona.
La elaboración del saber cristiano y los Padres de la Iglesia
El saber cristiano primitivo se desarrolló de una simple exposición y defensa de la fe a
una teología sistemática, siguiendo el modelo del saber griego y romano. A los hombres que
llevaron a cabo esta labor se les llama Padres de la Iglesia. Estos Padres no pretendían añadir
nada a la tradición, sino preservarla y afirmarla (Donaldson, J. A. 1909). De hecho,
sincretizaron la tradición intelectual de las culturas griega y romana con la tradición apostólica,
lo que sentó las bases de la tradición cultural de Occidente. Los centros de este saber eran
escuelas en ciudades como Antioquía, Alejandría, Edesa, Cartago y Roma, donde se adaptó la
lógica y la retórica para las disputas teológicas (Drews, A. 1924).
Los Padres de la Iglesia griegos, especialmente los de la escuela de Alejandría,
recibieron la influencia del platonismo filosófico y el sincretismo de su entorno.
Clemente (ca. 150-216), líder de esta escuela, fusionó el ideal cristiano de la vida
espiritual con el ideal griego del racionalismo, llenando así la brecha entre el saber pagano y
las creencias cristianas.
Orígenes (ca. 185-254) reabrió la escuela de Alejandría y la convirtió en el centro más
influyente del saber cristiano. Entre sus obras más importantes se encuentran los
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Hexapla, la primera obra de exégesis cristiana, y Los principios de las cosas, la primera
exposición sistemática de la teología cristiana. Orígenes defendía una teoría de interpretación
en la que cada pasaje de la Escritura tenía tres significados (literal, moral y alegórico), y solo el
alegórico revelaba la verdad revelada.
Atanasio (ca. 298-373), obispo de Alejandría, fue el más grande de los Padres de la
Iglesia griegos. Su mayor servicio fue fijar la doctrina de la Trinidad y su terminología ortodoxa,
utilizando la doctrina aristotélica de las esencias para postular "una sustancia" detrás de las
"tres personas". Los Padres de la Iglesia latinos, como Tertuliano, Ambrosio, Jerónimo y
Agustín, se interesaban más en las consideraciones prácticas que en las especulaciones
filosóficas.
Ambrosio, obispo de Milán, fue el primer escritor romano cristiano de importancia. Fue
responsable de la formulación de la teoría de la relación entre la iglesia y el estado que
se convirtió en la posición romana aceptada.
Jerónimo (ca. 340-420), el erudito más grande del cristianismo latino, tradujo la Biblia al
latín en la versión conocida como la Vulgata, que se convirtió en la versión aceptada en
la iglesia romana.
Agustín (ca. 354-430), obispo de Hipona, escribió obras definitivas como De la
Trinidad, Las Confesiones y La Ciudad de Dios. En esta última obra, Agustín respondía
a la acusación de que los cristianos habían destruido el estado romano, presentando
una visión de la historia como una lucha entre la Ciudad de Dios y la Ciudad del
demonio.
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Las iglesias nacionales cristianas
A pesar de la pretensión de universalidad, el cristianismo nunca tuvo una única
organización eclesiástica; existió en forma de varias iglesias nacionales que reflejaban las
diferencias culturales y las rivalidades entre los pueblos convertidos.
La Iglesia de Roma obtuvo la "primacía de honor" por su defensa de la tradición
apostólica y el prestigio de la antigua ciudad imperial. Su poder político fue heredado de
las autoridades romanas, y su poder religioso se basó en la doctrina de que fuera de su
jurisdicción no había salvación.
La Iglesia Celta se desarrolló en Britania e Irlanda de forma independiente de Roma.
Su organización era tribal y monástica, y sus prácticas se diferenciaban de las romanas.
La Iglesia Griega, con sede en Constantinopla, unió la iglesia y el estado. Las
diferencias entre el cristianismo griego y el latino eran principalmente en la liturgia, el
uso de imágenes y el calendario eclesiástico.
La Iglesia Egipcia (Copta) se separó de Constantinopla y Roma debido a la
controversia monofisita. El cristianismo en Egipto se difundió entre los campesinos de
habla copta, y un movimiento nacionalista dirigido por los monjes estableció una iglesia
nacional con creencias que se derivaban de los antiguos cultos.
La Iglesia Siríaca y la Iglesia Persa también se separaron de Constantinopla como
resultado de las controversias nestoriana y monofisita. La iglesia persa se reorganizó
como una iglesia nestoriana independiente, y sus eruditos jugaron un papel crucial en la
transmisión de la cultura griega a persas y árabes.
El cristianismo se transformó de una organización de vida religiosa a una organización
cultural al asimilar elementos de las culturas locales del Mediterráneo. De Sumeria, tomó la
concepción del universo. De Babilonia, el sentimiento de pecado. De Egipto, una visión social
que hizo del cristianismo una religión ética. De Palestina, la creencia en un solo Dios y en el
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Mesías. De Persia, la visión del más allá y la lucha moral. De Grecia, la concepción del Mesías
como un Dios Salvador personal (el "logos"). Y de Roma, la unión de universalidad y autoridad,
que estableció la ortodoxia como el molde para todos estos materiales (Dudden, F. H. 1935).
La clase sacerdotal y la supervivencia de las tradiciones culturales
Como producto social distintivo del cristianismo, la clase sacerdotal se convirtió en la
principal portadora de su organización de vida. Las doctrinas que ponían en peligro el
sacerdocio sacramental, como el montanismo, fueron declaradas heréticas. El saber que
alimentaba y perpetuaba las creencias fue fijado mediante la educación. La cultura cristiana
incorporó elementos psicológicos de las masas, como sus reacciones a la opresión, que se
organizaron socialmente en funciones ejecutadas por los sacerdotes.
Según Vega Riaño, H. A., & Torres Vega, L. Y. (2023) a través del sincretismo, el
cristianismo asimiló y modificó las culturas locales. En el Occidente, los materiales latinos,
asimilados en formas cristianas, se convirtieron en la base de la cultura medieval europea. En
el Oriente, la cultura griega se moldeó en formas bizantinas, y en las iglesias orientales, como
la siríaca y la persa, se preservó el saber griego y semítico. La desaparición de la cultura
pagana se hizo evidente con el cierre de las escuelas de Atenas en el siglo VI.
DISCUSIÓN
La herejía de Marción y su impacto en la formación del canon bíblico
Marción, un rico naviero de Sinope en Asia Menor, fue a Roma y fundó una secta que
se extendió por Italia, África del Norte, Siria y Asia Menor. Sus enseñanzas, al igual que las de
los gnósticos, se basaban en el repudio del fundamento judío del cristianismo. Marción
argumentaba que el Dios del Antiguo Testamento era un "demiurgo iracundo" que había creado
el universo y al hombre, sometiéndolos a una ley estricta (Barnikol, E. 1933). Para redimir a la
humanidad, un Dios más elevado y bondadoso, que había permanecido desconocido para los
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hombres, envió a su "único hijo" como Salvador, Jesús. Este hijo predicó en Palestina, pero los
judíos no lo reconocieron, y el antiguo Dios fue la causa de que Jesús fuera crucificado. La
muerte de Jesús, según Marción, no solo selló la ruina del antiguo Dios, sino que también abrió
el camino para la liberación de las almas y la salvación espiritual.
El principal impacto de Marción no fue teológico ni moral, sino la clara formulación de la
idea de que el cristianismo debía tener su propio libro sagrado. Al rechazar los escritos
sagrados hebreos, Marción creó un NUEVO TESTAMENTO original basado en las epístolas de
Pablo y el Evangelio de Lucas. Marción editó estos textos, eliminando los pasajes que no se
ajustaban a su visión de las enseñanzas de Pablo. Este proceso de selección de obras
consideradas inspiradas de los distintos escritos judíos y cristianos dio origen a la formación de
la BIBLIA CRISTIANA, con sus dos divisiones: el Antiguo y el Nuevo Testamento. La
congregación romana ortodoxa lo expulsó en el año 144, pero sus enseñanzas se convirtieron
en una fuente de herejías durante mucho tiempo (Easton, B. S. 1928).
La doctrina de la trinidad y su formalización
La doctrina de la Trinidad, aunque siempre considerada verdadera por los seguidores
de la tradición, solo se convirtió en un dogma después de violentas controversias.
Tertuliano, un abogado cartaginés instruido en derecho romano, fue una figura crucial
en este proceso. Él dio una respuesta a la cuestión de la relación entre el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, declarando que son "una sustancia, tres personas". Como abogado, Tertuliano
encontró en el concepto legal de "persona" la base intelectual para esta doctrina, oponiéndose
al docetismo gnóstico que negaba la unión de lo humano y lo divino en Cristo.
El primer Concilio Ecuménico de Nicea en 325, convocado por el emperador
Constantino, abordó formalmente la controversia arriana, que cuestionaba la divinidad de
Cristo. Los partidarios de la doctrina trinitaria rechazaron las sutilezas intelectuales de sus
oponentes, argumentando que Cristo no había venido a enseñar argumentos, sino a dar una fe
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sencilla. El concilio adoptó una declaración de fe que mantenía la doctrina de la Trinidad,
afirmando que Cristo era "de una sustancia con el Padre".
El segundo Concilio Ecuménico en Constantinopla en 381 formuló el credo que se
usa actualmente en la Iglesia Católica Romana. Esta declaración de fe, conocida como el
Credo de Nicea, afirmaba la creencia en un solo Dios, un solo Señor Jesucristo y el Espíritu
Santo, que procede del Padre y del Hijo y es adorado y glorificado de la misma manera. Este
credo, que se basó en la confesión bautismal de la iglesia de Jerusalén, fue el producto
supremo de la fijación de la fe que debían aceptar todos los cristianos.
Atanasio, obispo de Alejandría, fue el defensor más grande de la doctrina trinitaria y su
principal servicio fue fijar la terminología de su versión ortodoxa, utilizando la doctrina
aristotélica de las esencias para postular "una sustancia" detrás de las "tres personas".
CONCLUSIONES
El rol de los padres de la iglesia: agustín y orígenes
Los PADRES DE LA IGLESIA (o patres eclesiae) fueron hombres cultos que se
convirtieron al cristianismo y moldearon el saber cristiano según la pauta del saber griego y
romano. No pretendían añadir nada a la tradición, sino preservarla y afirmarla. Sin embargo,
sincretizaron la tradición intelectual de las culturas griega y romana con la tradición apostólica,
lo que sentó las bases de la tradición cultural de Occidente (Edmundson, G. E. 1913).
ORÍGENES
Orígenes (ca. 185-254) reabrió la escuela de Alejandría y la convirtió en el centro más
influyente del saber cristiano. Su currículum incluía temas paganos como lógica y retórica, así
como hebreo y otras lenguas orientales. Publicó numerosas obras, entre ellas los Hexapla, la
primera obra de exégesis cristiana, y Los principios de las cosas, la primera exposición
sistemática de la teología cristiana. En su teoría de la interpretación, afirmaba que cada palabra
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y versículo de la Escritura tenía tres significados: el literal, el moral y el alegórico, y que solo en
el significado alegórico se encontraba la verdad. Orígenes usó argumentos de la filosofía
pagana para perfilar una filosofía cristiana del orden universal, fusionando el cristianismo con la
alta tradición intelectual de las culturas griega y romana.
AGUSTÍN
Agustín (ca. 354-430), obispo de Hipona, fue una de las mentes más brillantes de su
época. Su obra literaria marcó una época en el desarrollo del cristianismo latino y la cultura
cristiana. Entre sus obras más importantes se encuentran De la Trinidad, Las Confesiones y La
Ciudad de Dios. Esta última, inspirada por el saqueo de Roma por los visigodos en 410, fue
una respuesta a la acusación de que los cristianos habían destruido el estado romano. En ella,
Agustín presentó una visión de la historia como una lucha entre la ciudad celestial (los que
aman a Dios) y la ciudad del demonio (los que se aman a sí mismos). Agustín dio una
formulación teológica definitiva a doctrinas como el dominio divino sobre el destino de los
hombres y la misión de la iglesia como instrumento de salvación. Su obra reordenó el pasado,
dio orden al futuro y completó la reorientación de los valores que estaban en el centro del
cambio cultural del mundo grecorromano al cristiano.
Las controversias teológicas y las rivalidades políticas
Las grandes controversias teológicas de los siglos IV y V fueron un desarrollo del
universalismo cristiano. Reflejaban los conflictos intelectuales de las culturas locales, pero
también la rivalidad de los grandes centros eclesiásticos por la supremacía de un cristianismo
unificado. Estos centros, especialmente Roma, Alejandría y Constantinopla, eran rivales por el
poder en la jerarquía eclesiástica, por lo que usaban las disputas doctrinales para mejorar sus
posiciones. La intervención de los emperadores, que convirtieron el cristianismo en culto oficial
del estado, también contribuyó a la controversia, haciendo de las políticas teológicas y
eclesiásticas asuntos imperiales.
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Controversia arriana: Esta disputa tuvo sus raíces en los puntos de vista opuestos de
las escuelas de Antioquía y Alejandría. La doctrina de Arrio, que negaba la divinidad de
Cristo, ponía en peligro la posición de la Iglesia como institución divina. La disputa se
politizó, ya que los emperadores a veces favorecían la posición unitaria y otras veces la
trinitaria. El
Concilio de Nicea (325) no puso fin a la controversia, sino que desterró a Arrio y
condenó sus libros. El Concilio de Constantinopla (381) formuló el credo que se usa
actualmente, afirmando la doctrina de la Trinidad.
Controversia nestoriana: Se centró en la naturaleza de Cristo y fue una lucha por el
prestigio entre la sede de Alejandría, liderada por Cirilo, y la de Constantinopla, liderada
por Nestorio. Cirilo, que defendía la doctrina de la "naturaleza única" de Cristo, buscaba
mantener el prestigio de su sede. La disputa se intensificó cuando Nestorio protestó
contra la práctica de llamar a María "Madre de Dios", lo que fue considerado una
herejía. El
Concilio de Éfeso (431) condenó a Nestorio, y muchos de sus partidarios huyeron a
Persia, donde establecieron una iglesia independiente.
Controversia monofisita: Surgió de la doctrina de Cirilo de Alejandría, que sostenía
que Cristo tenía una sola naturaleza, la divina. El
Concilio de Calcedonia (451) condenó el monofisismo y reafirmó la doctrina de las dos
naturalezas de Cristo, divina y humana, unidas en una sola persona. Sin embargo, la
condena de esta doctrina llevó a la separación de las iglesias de Alejandría y Antioquía,
lo que a su vez intensificó la rivalidad entre Roma y Constantinopla.
Declaración de conflicto de interés
Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés relacionado con esta investigación.
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Declaración de contribución a la autoría
Hugo Alexander Vega Riaño y Gelvi Jesús Maldonado: Autores únicos, metodología,
conceptualización, redacción del borrador original, revisión y edición de la redacción
Declaración de uso de inteligencia artificial
Los autores no utilizaron Inteligencia Artificial en ninguna parte del manuscrito.
REFERENCIAS
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