DOI: https://doi.org/10.71112/bm92jk24
599 Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias | Vol. 2, Núm. 3, 2025, julio-septiembre
Conducta social y afectiva
Una de las particularidades del autismo y que quizás sea la más criticada en estudios
especializados, es el fracaso en el establecimiento y conservación de relaciones sociales,
manifestándose, en una forma general, en una forma de exclusión o conductas sociales
inadecuados (Tuchman, 2000). Así, no se logra desarrollar sistemas de interacción social
similares como las que pueden ser observadas en un infante habitual, no obstante, usualmente
deciden estar en soledad, en distintos contextos como escuela o el hogar, inclusive en su
tiempo de receso, evidenciando, una conducta aislada hacia las personas, el entorno y las
actividades (López-Gómez y García Álvarez, 2007).
Suelen ser muy independientes y no muestran interés por juegos o juguetes como lo
hicieran de manera habitual los demás, sino que suelen obsesionarse por un objeto o juguete,
con el que mantienen una relación de tipo simbólica, repetidamente con él realizan las mismas
acciones y cuando el ritual fijado es cambiado genera una molestia (Caviness, 1994; Williams,
Costal y Reddy, 1999). Con referencia a la conducta emocional y afectiva, hace referencia a la
manifestación de emociones de forma inadecuada según el contexto; dentro de estas las más
comunes en los niños con autismo se encuentran el descontrol y el cambio rápido en las
emociones – labilidad emocional-, pasando de un estado a otro sin razón aparente (Gómez, S.
L., & Álvarez, C. G. 2008).
No comprenden así el plano figurativo, así como las abstracciones, metáforas y
asociaciones que son propias del desarrollo funcional en el lenguaje y su capacidad pragmática
e interactiva. Esto es, se observa una falta de reciprocidad social y emocional propia del
desarrollo normal de la interacción social, con importantes déficits en el uso de la capacidad
empática y de los múltiples comportamientos no verbales que regulan la interacción, como son
el contacto ocular, la expresión facial, las posturas corporales y los gestos (Williams, Whiten,
Sudenforf y Perret, 2001).